DEFENDAMOS LA CUARTA TRANSFORMACIÓN
El expansionista ex Secretario de Estado de la Unión Americana, durante la Presidencia de Thomas Woodrow Wilson en los años 1913 a 1921, Robert Lansimg, en su profecía afirmaba, con la solidaridad y el respaldo del imperialismo yanqui: “México es un país extraordinariamente fácil de dominar, pues basta controlar a un solo hombre: el presidente de ese país. Tenemos que abandonar la idea de instalar en la presidencia de México a un ciudadano norteamericano, ya que esto, nos conduciría de nueva cuenta a la guerra.
La solución requiere de mayor tiempo, debemos abrir las puertas de nuestras universidades a jóvenes ambiciosos y educarlos en el modo de la vida americana, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Ellos harán lo que nosotros queramos, y mejor y más radicalmente de lo que nosotros lo hubiésemos hecho”.
Desafortunadamente los mexicanos seguimos padeciendo un retraso mental al no entender que los movimientos libertarios de México están dirigidos a motivarnos e incorporarnos a las tareas diarias que el gobierno de la República realiza, en un loable esfuerzo por atender el problema de la histórica pobreza.
Muchos mexicanos, descendientes de la oligarquía porfiriana se han organizado para combatir el desarrollo económico, social y político que uno de los grandes presidentes, como Andrés Manuel López Obrador está impulsando. Esta agrupación conservadora de cuello blanco, poseedores de las más grandes empresas de este país, concesionadas algunas de ellas en los tiempos en que gobernaban los vendepatrias Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, continúa creciendo; y lo peor, con el descarado respaldo de los altos jerarcas de la Iglesia católica. Su accionar se ha vuelto cotidiano, muy activo y virulento.
El grupo oligárquico respaldado abiertamente por la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, planeo y ejecutó con los apátridas que realmente nunca han impulsado el desarrollo del pueblo, el asesinato del apóstol de la democracia Francisco I. Madero y de José María Pino Suárez, quienes pregonaban la desaparición de las dictaduras a cambio de un auténtico sufragio efectivo y no reelección.
En la actualidad la pugna entre el gobierno democrático de López Obrador y los conservadores, encabezados por Claudio X. González, Roberto Hernández, Carlos Slim, los sucesores de Alberto Bailléres, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, entre otros; es cada vez más cerrada conforme se acerca la sucesión presidencial, en la que estará en juego el futuro de la cuarta transformación.
No es un asunto menor, se trata ni más ni menos de elegir un proyecto de nación, y sin duda existen solamente dos, uno que tiene que ver con el regreso de quienes detentaron el poder por años, desde el porfiriato hasta que tomó las riendas del país López Obrador, y que únicamente benefició a unos cuantos potentados que disfrutaron de grandes privilegios y amasaron enormes fortunas depositadas en paraísos fiscales, y otro que es nacionalista y patriota, que busca el bienestar de la base de la pirámide social para disminuir la brecha entre los que nada tienen y los pocos que lo tienen todo, para lograr el desarrollo de los pueblos más marginados de nuestra patria.
El futuro de nosotros, de nuestros hijos y de las generaciones venideras, está en riesgo; por lo tanto, exhortamos dejar la indiferencia generada por la manipulación de la prensa amarillista que distorsiona la realidad por todos los medios y a diario se opone a un desarrollo con justicia como lo deseamos millones de mexicanos.
Tengo la absoluta seguridad que la mayoría de los habitantes del territorio nacional defenderemos lo que con tanto esfuerzo hemos avanzado en cuatro años, bajo la hábil, inteligente y patriota política de nuestro líder Andrés Manuel López Obrador, y no permitiremos un retorno al triste pasado que nos mantuvo en la pobreza, discriminación, racismo, homofobia y clasismo.
¡Sigamos defendiendo la cuarta transformación de la vida pública de México!
¡Viva Andrés Manuel López Obrador!
¡Viva México!