Analizan vínculos comerciales entre China, EE. UU. y México en la Industria Automotriz
El semanario “Desafíos de China en el siglo XXI” es organizado por El Colegio de México, la UdeC, la UNAM, la UdeG, el Tec de Monterrey y el ITSON.
En el marco del VIII Seminario Internacional “Desafíos de China en el Siglo XXI”, el Dr. Juan José Ramírez Bonilla, destacado investigador de El Colegio de México, ofreció una conferencia en la que analizó los complejos vínculos comerciales entre China, Estados Unidos y México, particularmente en la industria automotriz.
El seminario, realizado de manera virtual, fue organizado por diversas instituciones educativas de México, incluyendo El Colegio de México, la Universidad de Colima, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de Guadalajara, el Tecnológico de Monterrey y el Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON).
Ramírez Bonilla dijo que, para comprender la relación de México con China y Estados Unidos en el sector automotriz, es fundamental tener en cuenta la “triangulación comercial”. Esto es, la relación indirecta de México con China a través de su conexión con el mercado estadounidense, la cual ha sido fortalecida desde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su renovación en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Durante su ponencia, el Dr. Ramírez Bonilla destacó que China se ha posicionado desde 2007 como el principal exportador de bienes a nivel global, superando a Estados Unidos en múltiples rubros. En el sector automotriz, este ascenso ha sido particularmente evidente después de la pandemia de COVID-19, cuando China comenzó a destacar como exportador de vehículos, especialmente de automóviles eléctricos, lo que representa una ventaja competitiva clave en su mercado exterior.
Sin embargo, añadió, la tasa de internacionalización de la producción automotriz china sigue siendo baja; la mayoría de las empresas automotrices chinas aún fabrican y exportan sus productos directamente desde China, con una presencia limitada en América del Norte.
México, por su parte, ha experimentado un crecimiento en su participación en el comercio internacional de bienes automotrices, aunque continúa siendo principalmente un ensamblador de vehículos para exportación, no un productor de partes de automotor. Según Ramírez Bonilla, el principal destino de las exportaciones automotrices mexicanas sigue siendo Estados Unidos, que en 2023 absorbió alrededor del 22.22% de los productos automotrices mexicanos, resaltando la importancia de este sector en la relación comercial bilateral.
China, sin embargo, tiene una relevancia marginal para México como mercado de exportación de vehículos y autopartes, y la relación se limita principalmente a la importación de partes para el ensamblaje de automóviles en territorio mexicano. En este contexto, la política arancelaria estadounidense, que busca limitar el acceso de productos chinos al mercado de Norteamérica, ha creado restricciones para las empresas automotrices chinas que intentan expandirse en la región.
El Dr. Ramírez Bonilla subrayó que uno de los retos para México radica en equilibrar su asociación comercial con Estados Unidos y las oportunidades de colaboración con China en el ámbito automotriz, particularmente en el desarrollo de tecnología para vehículos eléctricos. No obstante, los obstáculos para la inversión directa de empresas chinas en el sector automotriz mexicano han aumentado en los últimos meses, en parte debido a la presión estadounidense.
Para lograr un equilibrio en este triángulo comercial, Ramírez Bonilla sugiere que México busque atraer inversiones chinas, no sólo para satisfacer la demanda interna, sino también como una posible vía para fortalecer las economías regionales en el país. Sin embargo, esto implicaría renegociar ciertas disposiciones del T-MEC, buscando recuperar algo de la soberanía comercial comprometida en el acuerdo para permitir la entrada de empresas chinas, aunque limitando sus operaciones al mercado interno mexicano.
En conclusión, el Dr. Ramírez Bonilla considera que la complejidad del comercio trilateral en el sector automotriz representa tanto un reto como una oportunidad para México, que deberá navegar cuidadosamente entre los intereses de sus socios comerciales y sus propios objetivos de desarrollo industrial.