Sábado 18 de October 2025 04:14:04 PM

En el Día Mundial de la Alimentación analizan cuánto cuesta alimentarnos mal

*“Nos han dicho que comer sano es caro y que las ensaladas no llenan tanto como un taquitos o un pan. ¿Realmente es así? Tal vez el problema no es el precio, sino la idea que tenemos de lo que significa alimentarnos bien”: Joana, nutrióloga.

 

¿Qué es más barato, comprar frutas, verduras y leguminosas o pizzas, hamburguesas y comida preelaborada? ¿Salir a caminar algunos días o comprar medicamentos? Sobre estas preguntas rondó la conferencia “¿Cuánto cuesta alimentarnos mal?”, impartida por la nutrióloga clínica Joana Cortez López, de la Secretaría de Salud del Estado, a estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima, en el campus Coquimatlán, como parte de la celebración por del Día Mundial de la Alimentación.

 

A la hora de decidir qué comer, preguntó la nutrióloga a los y las estudiantes, “¿en qué piensan?, ¿en un antojo, en el precio o que me llene? Nos han dicho que comer sano es caro y que las ensaladas no llenan tanto como un taquitos o un pan. ¿Realmente es así? Tal vez el problema no es el precio, sino la idea que tenemos de lo que significa alimentarnos bien y sentirnos satisfechos”.

 

Generalmente, dijo, los hábitos vienen de costumbres familiares, como consumir algún tipo específico de comida desde que somos pequeños. Esos hábitos se transmiten a las siguientes generaciones, como el vínculo que une a las familias; pero estos hábitos no siempre son saludables, sobre todo para los menores de edad.

 

La nutrición del hombre también influye, en la concepción

 

Para Joana Cortez, la alimentación juega un papel importante desde la concepción del ser humano, porque lo que consume la mujer durante el embarazo repercute en el desarrollo del bebé, incluso desde que se planea el embarazo. También influye la nutrición del padre.

“Pensamos que como la mujer es la que porta al bebé, es la única responsable, pero los genes del padre también influyen y puede llegar a afectar la salud de este nuevo ser”.

 

Lamentablemente, expresó, ya comienza a verse el desarrollo de enfermedades a edades muy tempranas, muchas de las cuales podrían evitarse si quienes son responsables de alimentar a los niños tomaran decisiones más conscientes en cuanto a su alimentación.

 

La idea, comentó, no es irse a los extremos de una estricta dieta saludable, sino proporcionarle al cuerpo lo que necesita para mantener el buen funcionamiento del organismo y minimizar el riesgo de enfermedades: “esto incluye el consumo de frutas, verduras, legumbres, granos, como lentejas, frijoles, cereales integrales”.

 

Las tiendas de conveniencia, las tienditas de la esquina, dijo, ofrecen alimentos hipercalóricos: los que tienen mucha sal o azúcar, harinas refinadas, así como altos contenidos de grasas y comida precocinada o preelaborada. “La mercadotecnia de estos productos nos ha hecho pensar que son nuestra mejor opción porque son baratos, nos llenan, nos complacen, con ingredientes que generan placer en el organismo, pero nutricionalmente no nos aportan mucho”.

 

Por lo contrario, advirtió, generan enfermedades serias como la obesidad, que es la puerta de entrada a otras enfermedades como cardiopatías, accidentes cerebrovasculares o la diabetes. La nutrióloga compartió que el daño no sólo es a la salud de las personas, sino al medio ambiente y la economía, pues se estima que los daños derivados de la producción de alimentos chatarra “alcanzan los 12 millones de dólares anuales, además de provocar deforestación, contaminación del agua y emisiones de gases de efecto invernadero valuadas en 720 millones de dólares”.

 

Costos de salud

 

La mala alimentación relacionada con una dieta no saludable, comentó Cortez López, no sólo contribuye a un alto porcentaje de enfermedades crónicas no transmisibles (obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades del corazón y algunos tipos de cáncer), sino en el sistema de salud, pues requieren tratamientos médicos costosos y a largo plazo, lo que genera un gasto significativo, tanto para las personas como para los sistemas de salud públicos.

 

¿Quién paga los medicamentos?, cuestionó. “Nosotros, todos los que pagamos impuestos, porque parte de ese dinero se destina para el medicamento; entonces, a todos nos están costando las malas decisiones de algunos. La carga económica de la mala alimentación incluye no sólo los gastos directos en salud, sino también los costos indirectos relacionados con el sufrimiento humano, la discapacidad y la mu3rte prematura”.

 

Dos Experimentos

 

Un grupo de universitarios de la Facultad de Medicina UNAM realizó un análisis de costos de la dieta de niños y adolescentes, en el que se demuestra que, al menos en México, alimentarse sanamente tiene un costo similar al de comer mal. Este estudio lo realizaron

durante 10 años y concluyeron que: “Los patrones alimentarios de los niños, niñas y adolescentes de Ciudad de México y la Zona Metropolitana no difieren en costos entre los saludables y los que no lo son; por tanto, puede desmitificarse la percepción de que una dieta sana es más cara”. El artículo se puede leer en: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC8624608/

 

Picadillo de res vs Pizza. La nutrióloga realizó la lista de costo de los ingredientes para la preparación de picadillo de res y agua de guayaba para tres personas. El costo fue de 130 pesos, mientras que comprar una pizza y un refresco de litro costó 124 pesos, “no se consideró el gas y ni el tiempo que se invierte en la preparación”, dijo. “Comprobamos que los gastos son similares. Esto no quiere decir que nunca coman pizza, sino que se haga de manera consciente, esporádicamente y pensar en las conciencias de una mala alimentación” finalizó.

 

Inauguración de la jornada

 

Previo a esta conferencia se realizó la inauguración del evento a cargo del delegado del campus Coquimatlán, Omar Brizuela Padilla; de Hortensia Parra Delgado, directora de la Facultad de Ciencias Químicas y de Mario Alberto Machuca Hernández, quien acudió en representación de la doctora Guillermina Chávez, directora general para el Desarrollo Integral.

 

Este evento, dijo la directora, se realiza con la finalidad de que “conozcan más acerca de las acciones de la FAO, como parte de la Organización de las Naciones Unidas, y que eso les permita visualizar cuál es el compromiso que tienen ustedes como ingenieros químicos en alimentos para garantizar tanto la seguridad, como la inocuidad alimentaria”. A lo largo del viernes tuvieron diversas charlas y la presentación de trabajos audiovisuales.

 

Finalmente, el delegado de Coquimatlán, agradeció a la Facultad por el trabajo en equipo que realizan, así como la participación de los estudiantes y docentes para hacer posible esta celebración.

 

 

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