En las adicciones no hay placer, sino sufrimiento: Psicóloga
*La especialista Nadia Cortés Álvarez explicó las tres fases para desarrollar una adicción, como parte de las actividades de ExpoNeuro 2022.
¿Es cierto que las personas adictas consumen sustancias porque así viven felices o para olvidarse de los problemas? ¿Qué pasa en el cerebro de las personas adictas? La doctora Nadia Cortés Álvarez, de la Universidad de Guanajuato, explicó cuáles son los procesos de un cerebro adicto, qué pasa en él, y si las preguntas anteriores son ciertas.
Durante su conferencia “Cerebro y adicciones”, que dictó como parte de la Expo Neuro 2022 organizadas por la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima y la UNIVA, comentó que, si bien en esta enfermedad hay aspectos psicosociales involucrados, sólo se centraría en el proceso de cómo un cerebro termina volviéndose adicto.
Para que una persona se vuelva adicta, comentó, debe cumplir con dos criterios: motivación por consumir y que el consumo sea alto y frecuente; esto es, “entre más cantidad se consuma en un corto tiempo, la probabilidad de convertirse en un adicto es mayor”. Pero, ¿por qué una persona se vuelve adicta, por qué generó una adicción?, este proceso, dijo Cortés Álvarez, se puede definir en tres fases.
“La primera nos dice que para que una persona se vuelva adicta, se tiene que activar el sistema de recompensa específicamente en las áreas cerebrales del núcleo accumbens y la corteza prefrontal, específicamente la zona medial; se dice que estas zonas funcionan como un puente neural, es decir, influye en cómo nos comportamos y reaccionamos”, explicó.
El ciclo comienza así: “hoy tengo una motivación, lo consumo, siento placer, mi cerebro libera dopamina y me siento feliz porque encuentro el placer en el consumo; hasta aquí puedo pensar que la sustancia me hace feliz, e inicia la etapa I de la adicción”.
En la fase II, el cerebro comienza a volverse resistente o tolerante a estas sustancias, “es decir, si antes me fumaba un porro y con eso liberaba altos niveles de dopamina, estaba feliz, llegará un momento en el que esa cantidad ya no será suficiente para tener el mismo efecto de placer, por lo que la cantidad de consumo se incrementará en el tiempo, y éste es el motivo por el que las personas fallecen por sobredosis, porque no alcanzan el nivel al que estaban acostumbrados cuando comenzaron a consumir la sustancia”.
En esta etapa, dijo Nadia Cortés, se esperaría que a mayor cantidad de la sustancia consumida, se liberaría una mayor cantidad de dopamina, “pero no es así, el cerebro dice: ‘consume lo que quieras, pero mis niveles de dopamina ya no se van a liberar como sucedía al principio’”. Se pensaba, agregó, “que una persona era adicta porque liberaba grandes cantidades de dopamina, pero vemos que esto no sucede”.
La adicción, aclaró, no depende de los niveles de dopamina; de hecho, dijo, se ha encontrado que el incremento de este neurotransmisor no es como al principio, además de que el receptor D2 de la dopamina se encuentra bastante disminuido, “nos queda claro que las personas no se vuelven adictas porque sienten placer”.
En realidad, comentó, lo que se activa en una tercera fase es el sistema de defensa (amígdala e hipocampo); “es irónico pensar -dijo Cortés Álvarez- que si se consumía una sustancia porque causaba placer y felicidad, ahora lo tienes que hacer por miedo y ansiedad, para no estar triste y mantener el sistema de defensa controlado; ahí la persona ya tiene un efecto negativo y cuando comienza a querer dejar de consumir esta sustancia, inicia con episodios de síndrome de abstinencia”.
Entonces, ¿por qué la persona se vuelve adicta? “No por la recompensa o placer, sino porque su sistema de defensa está súper activado; la evidencia nos sugiere que el sistema de recompensa, que es la dopamina, es débil y el que parece permanecer por mucho más tiempo activo es el sistema de defensa”.
“Es un mito -finalizó- que las personas que son adictas lo hacen porque siempre son alegres; la realidad es que un adicto sufre”.