LOS GRANDES DE COLIMA
Por Rodrigo Rosales Escobar
Anaximandro, filósofo y matemático griego, afirmaba que “el hombre es la medida de las cosas”, pero las generaciones posteriores sostenemos que la inteligencia, la sensibilidad, el humanismo y la intuición, son la verdadera estatura del hombre.
El pasado 5 de agosto del presente año, pasó a ocupar su columna en el eterno oriente, el prestigiado ex Rector de la Universidad de Colima, Dr. José Reyes Llerenas Ochoa; quien fue el décimo segundo Rector de nuestra máxima casa de estudios del 8 de octubre de 1970 al 12 de octubre de 1973.
El ausente, proviene de una familia de reconocido raigambre liberal y su rectoría la sostuvo fiel a los preceptos ideológicos del laicismo del Artículo Tercero de la Constitución Política de nuestro país. Y lo más importante, ajeno a padrinazgos políticos y mafiosos que buscaban apoderarse de las universidades de la nación para saquear los presupuestos que los gobiernos federales y estatales canalizaban a la enseñanza superior.
Me permito comentar un inolvidable detalle que sucedió a raíz del movimiento estudiantil de 1968. Encontrándonos en la Ciudad de México Vidal Llerenas Ochoa, Guillermo Carmona Villalobos, Carlos Arrieta, los hermanos Hermes y Arturo Noyola, y el que esto escribe, fuimos invitados por el compañero Ángel Camacho, que residía en dicha ciudad y formaba parte de la juventud socialista de México, a un mitin que se celebraría el 3 de noviembre de 1968, en el teatro Lírico, invitación que aceptamos con gusto.
El presídium de dicho evento lo encabezaron Arnoldo Martínez Verdugo, dirigente nacional del Partido Comunista Mexicano, el Maestro David Alfaro Siqueiros, Adela Covarrubias, Pablo González Casanova y un grupo de notables ciudadanos pertenecientes a la auténtica izquierda de México.
Al término del evento hicimos fila para saludar al impresionante David Alfaro Siqueiros, artista con prestigio internacional y mundial. Al encontrarnos frente a él, nos preguntó de dónde proveníamos, contestándole que éramos colimenses. Al conocer nuestro origen tuvo una reacción especial preguntándonos si aún vivía un auténtico revolucionario a quien admiró por su valor en los combates del ejército revolucionario del norte del país, cuyo nombre era José Llerenas Silva, soldado perteneciente a la división de caballería. Ante esta pregunta, Vidal Llerenas dio un paso al frente expresándole al Maestro: “Afortunadamente aún vive y tengo el honor de ser su hijo”.
Al triunfo de la revolución mexicana, y como reconocimiento a su importante contribución en la lucha armada, en el año de 1924 fue electo como Diputado Federal en el XXXI Congreso de la Unión. Posteriormente, en el año de 1926 nuevamente fue electo por la corriente revolucionaria como Diputado Federal en el XXXII Congreso de la Unión.
Con el paso del tiempo, y después de los triunfos y fracasos de la lucha revolucionaria, admiramos el valor y el amor a México de este gran revolucionario. A la fecha ninguna escuela, calle, colonia o monumento lleva el nombre de este gran colimense que colaboró en la consolidación de la democracia y la justicia social en nuestro país.
Con estos ideales ejemplares en la formación de un mexicano fue forjado en la Escuela Médico Militar, un colimense intachable, honesto, que supo manejar el exiguo presupuesto universitario sin compadrazgos ni violencia y ajeno a extorsiones.
Durante su gestión impulsó el establecimiento de mejores servicios estudiantiles, con la creación del Programa de becas y del Departamento de Psicopedagogía y Orientación Profesional; entre 1970 y 1973 se construyeron los edificios del campus Colima, donde se instalaron los bachilleratos 1, 2 y 3, las escuelas de Ciencias Sociales, Derecho, Contabilidad y Administración, Ingeniería Civil, Enfermería y la Biblioteca Central; se crearon el Departamento de Extensión Universitaria y el Grupo de Niños Cantores de la Universidad, que a la fecha se mantiene activo; y participó en la reforma de la Ley Orgánica de la Institución, con el fin de lograr la paridad en el Consejo Universitario. Debemos ser claros, las gestiones para lograr dicha paridad, las realizó el Dr. Llerenas, mismas que fueron aprobadas en el siguiente periodo rectoral.
No podría terminar esta colaboración, sin enviar mi más sentido pésame a su esposa Lucy Cobián de Llerenas y familia, y mi absoluta solidaridad y afecto para una de las grandes figuras de la educación preescolar en Colima, la educadora Siria Llerenas Ochoa, a Vidal Llerenas Morales y a toda esa gran familia que siempre he admirado y estimado.