Martes 30 de Abril 2024 12:31:11 PM

CHUPÓ FAROS PORFIRIO MUÑOZ LEDO

Rodrigo Rosales Escobar

El pasado domingo 09 de julio del año en curso, murió un gran demagogo, servil, traidor y desleal a la democracia y a la justicia social, que logró engañar al pueblo de México. Incuestionablemente poseyó una lógica dialéctica; cualidad que utilizó invocando la libertad y la democracia para convertir en realidades la soberanía y la justicia que los mexicanos hemos anhelado desde hace siglos.

Su desmedida ambición de poder, cuando fue presidente del Partido Revolucionario Institucional, la aprovechó en forma antidemocrática, tal como se usó durante la vigencia política del PRI, imponiendo con su personal estilo a sus amigos en los cargos de gobernadores, presidentes municipales, diputados federales y senadores. Su período como líder priista constituyó un auténtico retroceso en lo poco que habíamos logrado en cuestiones de democracia.

De lo anteriormente expresado, los colimenses fuimos testigos de cómo Muñoz Ledo se convirtió en punta de lanza de Luis Echeverría Álvarez, presidente sucesor de Gustavo Díaz Ordaz, al tratar de sumar a la juventud de nuestro país a brindarle su absoluto respaldo. Él fungió como su principal consejero para que se decidiera a aplacar por la fuerza la protesta de la juventud, surgida por el autoritarismo que lo llevó a no escuchar los cinco puntos que la juventud le planteó al entonces jefe de la nación, mismo que intentaba demostrar que en un Estado de Derecho todos debemos ser escuchados.

Una gran parte de la juventud colimense de esa época, cuya filiación política simpatizaba con las izquierdas del país, no aceptó ser comparsa de la propuesta que vino a implementar Muñoz Ledo, en el sentido de unirnos al grupo de su gran amigo Fernando Moreno Peña, quien surgió de violentos grupos porriles con escasa o nula cultura social y política. Rechazamos tajantemente que se nos impusiera un líder cuyos únicos méritos eran ser porro y amigo muy cercano de Porfirio Muñoz Ledo.

Como respuesta a nuestra negativa, el líder nacional priista lo nombró a sus 21 años, diputado federal. Los caricaturistas de la prensa nacional, en sus respectivos espacios mostraban a un jovenzuelo montado en su patín del diablo, haciendo un recorrido por la cámara de diputados. Pero lo peor que nos pudo pasar a los colimenses, es que el PRI, con sus métodos antidemocráticos y adulterando el número de votantes, logró que fuera declarado Gobernador Constitucional del Estado en el año de 1997.

El criminal Gustavo Díaz Ordaz, justificó en su informe del año 1969, el uso de la fuerza en contra de los estudiantes. Porfirio, en ese entonces destacado priista, defendió con vehemencia y sin pudor alguno, el informe del que por años para la izquierda mexicana ha sido uno de los peores asesinos, protagonista de una de las páginas más negras de la historia nacional. Esa vergonzante defensa persiguió a Muñoz Ledo hasta el día de su muerte.

En 1969 Porfirio era una estrella naciente en el firmamento del Partido Revolucionario Institucional, quien afirmó en ese entonces que la brutal represión en Tlatelolco había sido un acto de profunda madurez revolucionaria del Estado y una decisión política para imponer la supremacía del poder político. De ese tamaño su servilismo.

A continuación, transcribo una parte del discurso pronunciado por Muñoz Ledo en ese tiempo en el Congreso de la Unión: “Nada me ha conmovido más hondamente en el texto del V Informe, que el valor moral y la lucidez histórica con que el Presidente de México reitera su confianza en la limpieza de ánimo y en la pasión de justicia de los jóvenes mexicanos…”. Además, el 20 de noviembre de 1969, Porfirio fue el orador oficial del acto conmemorativo por el 59 aniversario de la revolución mexicana como miembro del PRI, expresando: “El gobierno de Díaz Ordaz ha obedecido y ha hecho obedecer los mandatos de la voluntad popular, ha conservado intacta la autoridad del Estado, y ha defendido con su derecho la soberanía de la nación”. Así lo dijo el camaleónico político que murió este domingo a los 89 años.

¡Échese ese trompo a la uña!

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